En España, la libertad sindical está secuestrada desde hace 31 años. Mediante las leyes mordazas del Estatuto de los Trabajadores (ET, 10 de marzo de 1980) y la Ley Orgánica de Libertad Sindical (LOLS, 2 de agosto de 1985), elaboradas y aprobadas en su día por los partidos del bipartidismo y sus muletillas nacionalistas, impusieron un modelo sindical antidemocrático, que se ha ido profundizando y consolidando hasta el día de hoy.
El nuevo movimiento sindical nacido en la última década del franquismo y primeros años de la transición, durante los 70, y que jugó un papel determinante para acabar con la dictadura, basado en las asambleas de los trabajadores, en la democracia directa mediante la elección de los representantes de los trabajadores en listas abiertas, etc…, fue aniquilado desde el poder, para imponer el modelo sindical que facilitara la imposición del modelo económico neoliberal que pretendían, y que acabaron imponiendo hasta nuestros.
Modelo económico neoliberal basado, en una primera etapa, en una reconversión industrial salvaje que produjo casi 2 millones de parados, y fue la precursora del paro actual, premisa de los poderes fácticos europeos para nuestro ingreso en la CEE. Junto a ello, impusieron un modelo de desarrollo basado casi exclusivamente en el turismo, la especulación urbanística y las grandes obras de infraestructuras para facilitar la entrada del turismo, y el beneficio especulativo de unos pocos, que con la crisis, ha provocado el paro actual. Paralelamente se desarrollaron las políticas de liquidación y privatización de las empresas públicas, la precarización laboral, los contratos basura, las regresivas reformas laborales, los recortes sociales, etc…, que han llevado a la pauperización de grandes sectores de la clase obrera, y a la generalización de la precariedad laboral. Esas políticas las realizaron tanto los gobiernos del PSOE, como los del PP, siempre con el apoyo de CIU, PNV y CC.
La adaptación de los sindicatos CCOO y UGT al modelo económico neoliberal, aceptando el modelo sindical de las leyes mordazas, han dejado a la clase obrera sin participación democrática en los centros de trabajo, y en la desorganización más absoluta de los trabajadores en paro. Los ejemplos más elocuentes han sido las firmas de los reiterados acuerdos confederales sin contar con los trabajadores, y basados en las políticas económicas neoliberales. El último acuerdo, con la jubilación a los 67 años y el abaratamiento del despido, entre otros ataque a los derechos y conquistas de los trabajadores, es un auténtico insulto a la inteligencia.
La democracia real ¡YA! debe ser también para la clase obrera, con y sin trabajo. Se deben convocar asambleas de trabajadores, con trabajo y en paro, fuera y dentro de los centros de trabajo, elegir a sus representantes en asambleas, y elaborar plataformas reivindicativas, generales y específicas, para mejorar las condiciones laborales de toda la clase trabajadora, por un abanico salarial de 1 a 3, partiendo de un salario mínimo de 1200€, y acabar con los salarios abusivos, fuera de convenios, de bonus, stocks options, y demás prebendas, de directivos, consejeros, etc.…
Es necesario impulsar un nuevo movimiento sindical democrático, asambleario, representativo y horizontal, que ponga fin a las leyes mordazas del ET y la LOLS, y al modelo de burocracia sindical actualmente imperante.
La clase trabajadora es una sola clase social, con los mismos problemas impuestos por el modelo neoliberal. La clase trabajadora debe avanzar hacia una Central Única de Trabajadores, con una estructura horizontal, democrática y asamblearia, que sea capaz de abordar la problemática de la clase de forma unitaria, respondiendo a la permanente agresión del poder económico, social y político. Hoy tiene menos sentido que nunca la multiplicidad de organizaciones sindicales, la unidad es la base de nuestra fuerza.
El 15M ha marcado el camino. La clase trabajadora debe unirse, como clase social y como colectivo específico, al movimiento del 15M, para una democracia sindical ya, y para una democracia real ya.
En CESHA formamos parte de ese movimiento por el cambio. Somos el cambio.